martes, 10 de octubre de 2017



ETIMOLOGÍA DEL QUECHUA 


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Mag.: Amanda Medrano Zárate

Arequipa, 2017

ETIMOLOGÍA Y EXPANSIÓN DEL QUECHUA SEGÚN ALFREDO TORERO

0. INTRODUCCIÓN

La presente escrito tiene por objeto es explicar el origen etimológico de la lengua Quechua según Torero y sus posteriores correcciones y adecuaciones. En el trascurso de la presentación de este trabajo, estaremos constantemente recurriendo a la lectura que realiza Rodolfo Cerrón-Palomino sobre el tema ya referido cuyas opiniones son fundamentales para complementar con la explicación que realiza Torero.


1. GENERALIDADES

Se dijeron tanto respecto al origen y expansión de una de las lenguas indígenas más habladas del mundo: el quechua. Cerrón-Palomino (1987: 323-349) menciona las siguientes:

 a) la hipótesis del origen serrano en la que se atribuye a Cuzco “como su centro inicial, y a las conquistas incaicas como su mecanismo de difusión, sostenida por Rowe (1950) y Riva Agüero ya en 1921
b) la hipótesis de origen costeño postulada en 1911 por Manuel González de la Rosa, retomada por Porras Barrenechea en 1951 y fundamentada con los estudios dialectológicos y de reconstrucción que le dedicaron Parker y Alfredo Torero para el sustento de esta hipótesis concluyendo que los dialectos diferentes al cuzqueño correspondiente a la rama central peruana son más conservados, por tanto, son de mayor antigüedad
c) la hipótesis del origen forestal que asigna como foco de difusión entre Chachapoyas y Macas (ceja de selva) y fue sostenida por William H. Isbell en 1974 basándose en la arqueología y la ecología, y por último
d) la hipótesis del origen ecuatoriano en la opinión de Tschudi, seguida por Middendorf, Brinton y Louisa Stark, hipótesis muy discutible que desde la lingüística no encuentra ningún asidero. 
1.1. ORIGEN DEL ETIMOLÓGICO DEL QUECHUA

El artículo 48 de la constitución política de 1993 señala que en el Perú: “Son idiomas oficiales el castellano y, en zonas donde predomina, también lo son el quechua, el aimara y las demás lenguas aborígenes

1.2. EL QUECHUA

 En 1.583, tiene lugar el 3er. Concilio Limense, realizado por el Prelado de Lima, presidido por Santo Toribio de Mogrovejo, quién ya predicaba en quechua; resultando más que un Concilio un moderno Congreso de Americanistas, poseído de celo etnográfico. En él se ordena redactar un Catecismo con la colaboración de frailes de todas las órdenes, y participación de sacerdotes notables estudiosos del las lenguas nativas y el resultado es el primer libro peruano y sudamericano, que simbólicamente para nuestra cultura es un texto bilingüe: “La Doctrina Cristiana para instrucción de indios, traducida en las dos lenguas Generales destos Reynos quichua y aymara”, impreso por el italiano Antonio Ricardo, introductor de la imprenta en el Perú. Así mismo, se editó un Catecismo por orden de la autoridad del Concilio Provincial de Lima bajo el título: “Doctrina Cristiana en Qquechua”, en este Catecismo se observa claramente lo siguiente: 

Quechua en dos sílabas separadas por un guión, indicando no solamente que consta de dos sílabas, sino que fundamentalmente que la letra“C” está representando el sonido de la letra “S”, por lo que no debe ir inmediatamente antes de la “H” (junto a la “H”), para evitar representar el sonido de la letra “CH”, usada en romance, para lo cual utilizan el guión: “–”, entre las dos sílabas. El hecho es que cada escritor de esa época usaba las grafías de diferente manera, no existían reglas de ortografía ni el idioma castellano como tal, como prueba de ello tenemos entre otras que la letra “C”, la usaban para representar hasta tres sonidos: (1) “C” = S, (2) “C” = Z, (3) “C” = C; ( la numeración es mía), a continuación veamos dos ejemplos: 

Fray Domingo de Santo Tomás, usa la letra “C” con una “s” pequeñísima colocada debajo, para representar el sonido de la letra “Z”. Ejemplo: alcandofe por alzandose, (usa la letra “F” en lugar de la letra “S”, ejemplo: vniuerfo por universo). En 1,555, este sacerdote andaluz, luego de varios años de trabajo, terminó de escribir su obra: Lexicón o Vocabulario de la Lengua General del Perú llamada Quichua. En esta obra, es donde el sacerdote llama por primera vez al idioma “Runa Simi” o “Qheswa” como “Quichua”, es el que prácticamente lo bautiza, porque decide plasmar en papel el sonido real de Qheswa, a pesar de las limitaciones que encuentra con la escritura del romance español que maneja. 

También, se observa en las dos obras editadas por el jesuita Diego Gonzales Holguin, natural de Cáceres – España. (1607 y 1608), (Gonsalez), podemos ver, que usa la letra “C” con una pequeñísima “s” colocada debajo, para representar el sonido de la letra “S”; y usa la letra “Z”, para representar el sonido de la letra “C”; ejemplos: haze por hace; senzilla por sencilla; dezir por decir; etc. 

Hay otro dato muy importante, que pasa desapercibido sobre este tema y es que nada menos que el escritor mestizo cusqueño: Gracilaso Inca de la Vega, en su obra “Los Comentarios Reales”, al referirse al idioma autóctono, lo menciona de las siguientes formas: “lengua del Cosco”, “lengua general del Perú”, “lenguaje de los Incas”, “lengua general del cuzco”, “lengua cortesana”, “vocablos indios”, no llega a nombrar este idioma como quechua ni quichua en toda su obra, demostrándonos que esa palabra no existía, ni debió existir nunca. 

En conclusión: como el Runa Simi o Qheswa no tuvo una escritura alfabética, llega hasta nuestros días distorsionada, por error de escritura como quechua, debido al desinterés imperante por las cosas autóctonas, en el momento en que establecieron las bases y reglas del idioma castellano, no respetaron el sonido original que habían plasmado al escribir Qhec-hua (Qheswa), usando el sonido (1), o sea “C” = “S”, eliminaron el guión y se produjo la fusión de la letra “C” con la letra “H” quedando la letra “CH”, con lo que se perdió el sonido (1) de la letra “C” = “S” y se produjo la distorsión.

Quechua II(Q.II.). Denominado también “wampuy” cuya significación es “navegar“o “navegación”, del primitivo “wampu” (“navío”). Este grupo fundamentalmente expresa la primera persona con /y/ (o/-yni; en uno de sus dialectos) y la primera actora con /-ni/. En cuanto a su geografía lingüística, su radio de acción abarca desde el sur de Colombia hasta el norte de Argentina (provincia de Santiago del Estero).


2. LA POSTURA DE TORERO

Torero es uno de los primeros lingüistas que se dedica al estudio de la dialectología quechua de América del Sur en base a sistemáticos y rigurosos trabajos de campo que le ha permitido incursionar en la reconstrucción del protoquechua y su posterior clasificación, que le han permitido derrumbar con la hipótesis de que Cuzco era el foco de origen y expansión de la lengua quechua y puesto en serio cuestionamiento de otras. Entre otros trabajos que corroboran son los realizados por Cerrón-Palomino quien a partir desde sus estudios onomásticos pone sobre tela de juicio inclusive el origen quechua del nombre “Cuzco”, concluyendo que más bien es de etimología aimara aunque “no debe descartarse la posibilidad de que provenga de otra lengua, de antigua presencia en la región altiplánica: la puquina” (Cerrón-Palomino 2008: 259-290). Es más todo indica que ni los incas eran cuzqueños tal como hace entrever la historiadora María Rostworowski: “No se trata de un grupo mítico como tantos otros pues lo hemos podido rastrear desde los inicios, en la llegada al Cusco [sic] del grupo de Manco Capac […]”. Con esta “llegada al Cusco” los habitantes originarios son desplazados por los “extranjeros” incas, especialmente, los del curacazgo llamado Ayarmaca quienes “sostuvieron prolongadas luchas contra los incas” invasores (Rostworowski 1999: 30-31).
En 1964, Torero desde luego que sostiene que el quechua ha tenido como centro de difusión la costa y la sierra centro-peruanas señalando que “las profundas divergencias entre los grandes grupos de estos dialectos llevan a concluir que la hipótesis más sencilla y natural acerca del centro de la difusión inicial de la lengua es la que lo ubica en la costa y sierra centrales del Perú” argumento que seguiría reforzándose con los trabajos posteriores que entre los que más destaca es el de Cerrón-Palomino (1987; 2000).
Torero, desde 1964, como es sabido, se ocupa fundamentalmente de la reconstrucción del protoquechua (PQ), incidiendo, a la vez, en la evolución, clasificación y zonificación de los dialectos modernos de la familia lingüística quechua. Así, en sus inicios, dedica sus esfuerzos para realizar un trabajo de carácter interno, de corte diacrónico y sincrónico del quechua, abordando, al mismo tiempo, los aspectos “externos” del quechua en las publicaciones que hace en 1970 y 1974 y, con las reformulaciones hechas en 1983 y 1984, respaldando, esta vez, su hipótesis con los datos arqueológicos y etnohistóricos, contextualizando los datos en el marco de los acontecimientos histórico-culturales del desarrollo de las sociedades andinas. Desde el punto de vista histórico interesaba elaborar una glotocronología que dé una visión más precisa sobre la expansión y dialectización del quechua como consecuencia de diversos eventos socioculturales a lo largo del tiempo en determinados espacios.
Para lo anterior, Torero recurre a la glotocronología aplicando el método de la léxico estadística , en 1970 y ofrece los resultados del cotejo de treintisiete variedades dialectales entre sí, de las cuales veinte corresponden al huáihuash, cinco al yúngay, y las doce restantes al chínchay. El cálculo realizado arroja un tiempo de siete a once siglos de separación, descontados a partir de 1970, para los dialectos huáihuash y yúngay de los de chínchay. Asimismo, las variedades huáihuash y yúngay presentan entre sí unos siete siglos de divergencia máxima. De otro lado, al interior de cada uno de los tres subgrupos, los dialectos muestran siete siglos para el huáihuash y yúngay y más de siete para los del chínchay. El mismo cálculo, parecía confirmarse que los estudios dialectológicos ofrecían resultados que, por una parte, los dialectos de Alis (huáihuash) y Laraos (yúngay), hablados en Yautos, Lima, registran las cifras menos “altas de separación en comparación con el resto de los dialectos; de otro lado, el dialecto de Lamas (San Martín) presenta el mayor índice de separación en relación con el resto de sus congéneres chínchay” (cf. Cerrón-Palomino 1987: 329-330).
Torero (1970: 248-251) cuando realiza los estudios para dar con los datos sobre la separación sociohistórica de los desplazamientos idiomáticos, postula tres fases de expansión del quechua a partir de la costa y sierra centrales del Perú. La primera fase expansiva de la lengua, en este caso, la primera dispersión del protoquechua, habría estado asociada con el surgimiento del Pachacámac alrededor del año 880 de nuestra era, cifra que es arrojada a partir del cotejo realizado entre los dialectos de Ferreñafe (Lambayeque) y Santiago de Estero (Argentina), cubriendo posiblemente los territorios actuales de los departamentos de Ancash, Huánuco, Pasco, Junín y el norte de Lima, es decir, aproximadamente, el territorio que corresponde a las variedades de QI. La segunda fase expansiva se habría dado alrededor del siglo XIII, en virtud de los desplazamientos en dirección opuesta. La primera onda, correspondería al origen de la variedad yúngay, del litoral norteño-central, que habríase propagado hacia la costa y la sierra norteñas, alcanzando las serranías de la provincia de Ferreñafe (Lambayeque) y llegando posteriormente a Cajamarca. La segunda onda constituye la variedad chínchay, que se habría expandido por la costa y la sierra sur, a partir Chincha (Ica) que se constituye como el epicentro de su difusión. Sobre este último flujo, “Torero admite la posibilidad de que los chancas, ubicados en la cuenca del río Pampas, y que al parecer formaban una confederación de distintas naciones o etnías cada una con su propia lengua, cumpliendo un rol decisivo en la difusión del quechua por la sierra sur” (cf. Cerrón-Palomino 330-331).



Por último, la tercera expansión del quechua habría ocurrido a fines del siglo XV desde la variedad chínchay, que en la actualidad mostraría diferencias poco profundas y es la que se atribuye como hablada y difundida por los incas. Es ésta la variedad que cumple la última fase expansiva se le denomina la “lengua general” tal como aparece en los primeros documentos de la colonia. Las variedades del chínchay se propagaron más allá del actual territorio peruano, y la determinación de la procedencia de sus dialectos similares a la cuzqueña, a las cuales Torero llama “Chínchay Inca”, variedades que habría dado su avance mediante la conquista incaica (dialectos al sur de Lima y Junín, incluyendo el boliviano, el argentino, a los cuales Torero los denomina “huámpuy sureño”).


3. REPLANTEAMIENTO DE TORERO 

Cerrón-Palomino (1987: 331), hace una observación a los resultados glotocronológicos logrados por Torero, porque la comparación lexicoestadística arroja tiempos menores de separación que a la vez “no se ajusta a la realidad”, tanto al interior de las variedades de QI como la realizada entre los miembros de éste con los de QII. Por lo que, Torero replantea el cuadro cronológico ofrecido anteriormente formulando reajustes necesarios. Esta reformulación aparece en 1983 y 1984, justificando estas dificultades con dos razones: 
a) el carácter compacto, continuo y poco extenso del área cubierta por el QI y
b) el hecho de que las variedades de éste fueran sometidas a una constante presión en épocas diferentes, por parte de hablas pertenecientes al QII.

Como se puede ver, que se diga que la primera bifurcación se haya dado en el año 880 d.C., es una fecha relativamente reciente que no justifica la fragmentación ocurrida en los dialectos centrales (por ejemplo, el Huanca). Torero en 1984 concluye que la primera ruptura del quechua debió producirse “en un período en varios siglos anterior, lo suficientemente largo como para que se generen los rasgos diferenciales (básicamente gramaticales) que separaron al protoidioma en I y II” (Torero 1984: nota 2). Esto quiere decir que la primera bifurcación del protoquechua se habría producido a principios de nuestra era y no en el año 880, cuando las sociedades del valle del Rímac, que tendrían en Cajamarquilla su centro más importante estaban en su pleno desarrollo (entre 400 a 450 de n.e.). La segunda expansión, que corresponde a la división del QII, es cuando el QIIA se va en dirección de la sierra norte y el QIIB-C hacia la costa sierra sur desplazando a los dialectos aimaras, lo que habría tenido lugar tras la decadencia de Cajamarquilla, hecho que se repercute en Viñaque y en Tiahuanaco en el sur; lo que termina en el encumbramiento de Pachacámac en el siglo VIII, como centro del poder económico y religioso. Finalmente, tras la caída de éste (aunque continuaba siendo un poderoso e importante centro religioso hasta la llegada de los españoles y el saqueo y profanación emprendidos por Hernando Pizarro), surge Chincha como poderoso centro mercantil, sea terrestre y fundamentalmente marino, que habría dado como resultado la tercera expansión del quechua, como “lengua de relación”, en este caso como QIIB, por la costa norte hasta el Ecuador, y el QIIC en dirección del este y del sur. De esta manera, como se ve, el cuadro cronológico originario es corregido, por lo que se sabe que el Pachacámac será el impulsor de la segunda dispersión de la lengua y no el responsable de su primera escisión, como se habría sugerido al inicio, en razón a las dataciones proporcionadas por la glotocronología.

De esa manera, Torero llega a conclusiones mucho más realistas y en comentarios de Cerrón-Palomino “el propio sentido común aconsejaba una datación mucho más temprana para la escisión del protoquechua así como para explicar la profunda diversificación interna de QI y su “alejamiento” del QII, sobre todo, en sus puntos extremos” (1987: 331).

4. CONSIDERACIONES FINALES

Ahora bien, la expansión del quechua, como es de suponer, implicaron la eliminación de otras lenguas que ocupaban los territorios cubiertos actualmente por aquél. Si bien no hay evidencias directas respecto de las hablas que preexistían en el área de dispersión del PQ, a excepción de los islotes lingüísticos aimaras formados por el jacaru y el cauqui (Yauyos, Lima), los indicios de la existencia de otros idiomas aumentan a medida que se rastrea la expansión de la lengua en sus dos fases restantes. Sin embargo, siendo relativamente abundantes –aunque no siempre precisas– las referencias a los distintos sustratos lingüísticos sobre los que se asentó el quechua en su última expansión, las correspondientes a las hablas que se distribuían en el área inundada por la segunda fase expansiva resultan más vagas.


Por lo que toca al área cubierta por el quechua central, creemos que hay evidencias indirectas que señalan la presencia previa de un sustrato aimara, hasta por lo menos la zona colindante con el antiguo territorio de culli, en las provincias norteñas de Ancash. Así parecen indicarlo no sólo la toponimia sino también cierto número de lexemas, si bien reducido (aunque faltan aún estudios destinados a la “depuración” del léxico atribuible al quechua), encontrados entre los dialectos de QI (cf. Adelaar 1986, Cerrón-Palomino 1987). De hecho, la subvariedad yaru del huáncay, designada así por Torero por corresponder aproximadamente al área de ocupación de dicha etnia, no acusa mayor influencia aimara que la que muestra el dialecto huanca. 


Finalmente, el quechua ha desplazado en su avance hacia el norte a muchas lenguas, y desde el centro hacia el sur lo hace en contra de los dialectos aimaras previamente expandidos (tal como lo atestigua la toponimia) y del mismo puquina cuando éste estaba en proceso de aimarización.


OPINIÓN 
Lo que más quiero relacionar es que en el caso del descenso del quechua, absolutamente todo tiene que ver con cuestiones de cultura. Se podría escribir volúmenes sobre la educación bilingüe o alguna legislación que apoye a pueblos indígenas, y este trabajo ciertamente tendría sentido, pero ninguna de estas iniciativas realmente tiene la capacidad de arreglar el problema por completo. Para lograr progreso real en el reverso de cambios lingüísticos del quechua al español, intentos para la revitalización del idioma indígena deben ser destinados hacia la mayoría hegemónica español-hablante.

El problema no es que peruanos quechua-hablante necesitan cambiar alguna parte de su comportamiento lingüístico, porque ellos ciertamente deberían tener el derecho de usar el quechua como quieran, sino que no existe una cultura que les permita espacio para manejar el idioma por sí mismos. La cultura hegemónica del pueblo peruano aliena a sus pueblos indígenas por excluirles de la sociedad dominante mientras a la vez manipulando definiciones de quienes sean sin consultarles. La conciencia colectiva necesita cambiarse para que el quechua pueda sobrevivir y quizás aún revitalizarse. Ninguna iniciativa para la preservación del quechua va a ser exitosa sin que se transformen la cultura y la ideología colonial del pueblo peruano entero.

BIBLIOGRAFÍA

ADELAAR, Willem F.H.
1986 “La relación quechua-aru: perspectivas para la separación del léxico”. Revista Andina, 8, pp. 379-399.
CERRÓN-PALOMINO, Rodolfo
1987 Lingüística quechua. Cuzco: C.E.R.A “Bartolomé de Las Casas” / GTZ
2000 Lingüística aimara. Cuzco: Centro Bartolomé de Las Casas, PROEIB-ANDES.
2008 Voces del Ande: Ensayos sobre onomástica andina. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
ROSTWOROWSKI DE DIEZ CANSECO, María
2006 Historia del Tahuantinsuyu. 4ta. Reimpresión de la Segunda edición, 1999. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
RIVA AGÜERO, José de la
[1921] 1966 “Encomio del pueblo quechua”.
Obras completas. Lima: PUCP, Tomo V, pp. 67-112.
ROWE, John Howland
1950 “Sound patterns in three Inca dialects”.
International Journal of American Linguistics. Año 16, número 3, pp. 137-148.
TORERO, Alfredo
1964 “Los dialectos quechuas”. Anales Científicos de la Universidad Agraria. Año 2, número 4, pp. 446-478. La Molina, Lima.
1970 “Lingüística e historia de la sociedad andina”. Anales Científicos de la Universidad Agraria. Año 8, número 3-4, pp. 231-264. La Molina, Lima.
1974 El quechua y la historia social andina. Lima: Universidad Ricardo Palma.
1983 “La familia lingüística quechua”. En: POTTIER, Bernard (ed.). América Latina en sus lenguas indígenas. Caracas: UNESCO y Monte Ávila, pp. 61-92.
1984 “El comercio lejano y la difusión del quechua: el caso del Ecuador”. Revista Andina. Año 2, número 2, pp. 367-402. Cuzco: Centro Bartolomé de Las Casas.



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